viernes, 31 de agosto de 2012

TALLERES EN LA ESCUELA INFANTIL "LOS ESCORIALES"

Desde el curso pasado, estamos realizando talleres de Psicomotricidad Vivenciada en la Escuela Infantil "Los Escoriales", en San Lorenzo de El Escorial. Están dirigidos a niños y niñas a partir de 1 año y han tenido muy buena acogida.

¿En qué consisten los talleres?

Cuando entramos en la sala de psicomotricidad, nos quitamos los zapatos y nos sentamos en el suelo formando un corro. Es el momento de saludarnos, decir nuestros nombres y recordar las normas para poder jugar. 

Después del saludo, llega el momento del juego libre. Los niños empiezan a ocupar el espacio de juego (¡o no!... depende de cada uno, del momento en el que esté o de las circunstancias que esté atravesando). El psicomotricista se sitúa en un lugar desde donde pueda observar a todos y estar disponible. El juego y el movimiento de los niños durante estas sesiones es totalmente libre y espontáneo, y sólo se interviene para asegurar el espacio, recordar las normas o hacer evolucionar alguna situación. Con esta no intervención se favorece la autonomía, la iniciativa, la toma de decisiones, la confianza y seguridad, la autodisiciplina y sobre todo, que surja en los niños el deseo, es decir, lo que el niño desea realmente hacer, lo que le interesa, le motiva, le mueve a actuar y a permanecer en lo que le gusta.El juego libre de los niños puede decir muchas cosas acerca de cómo están.

El psicomotricista tiene una formación teórica, práctica y personal que le permite acompañar y observar activamente el juego de los niños, y establecer con ellos un vínculo afectivo basado en el respeto hacia la capacidad que tienen los pequeños de decidir y actuar. A partir de sus observaciones, establece cómo es el desarrollo del niño y puede favorecerle en su proceso, respetando el tiempo y el espacio que cada uno necesita.

Cuando los niños hacen juego libre no sólo disfrutan mucho, sino que además están desarrollando de forma autónoma sus capacidades motoras, sociales, afectivas e intelectuales, de manera que les puedan ser útiles para afrontar sus dificultades. A través del juego espontáneo, de las decisiones que toman por propia iniciativa atendiendo a sus deseos e intereses, y en un espacio de respeto hacia si mismo y hacia los demás, los niños aprenden a conocerse, a relacionarse y a abrirse al mundo. 

Almudena 

Sala de psicomotricidad de la Escuela Infantil "Los Escoriales"

MOVERSE EN LIBERTAD- EMMI PIKLER


Moverse en libertad. El desarrollo de la motricidad global
Editorial Narcea, Madrid 2000 

La autora del libro, Emmi Pikler (1902-1984) fue una pediatra que dirigió a partir de 1946 el Instituto Loczy de Budapest. En el libro habla de los cuidados otorgados a los niños que residían en esta casa-cuna de la calle Loczy, y cómo sus cuidadoras pretendían y de hecho consiguieron que estos niños, alejados de sus familias, crecieran sanos y felices. La base está en la actividad autónoma del niño y la creación de un vínculo de apego seguro con el adulto. 

El título del libro es ya muy revelador: es una defensa de la autonomía del niño, de la iniciativa personal, del placer y beneficios que el movimiento libre aporta al desarrollo motor y emocional de los niños, a sus relaciones sociales y a sus capacidades cognitivas.

El libro está basado en observaciones de niños del Instituto Loczy moviéndose con plena libertad en el curso de sus actividades cotidianas. La no intervención del adulto, salvo en momentos muy puntuales, contribuye a que el niño desarrolle su autonomía y su iniciativa, a la vez que adquiere confianza y seguridad en sus capacidades porque el progresar hacia nuevas posturas y movimientos depende de si mismo. El niño no adopta una nueva postura o realiza un nuevo movimiento hasta que no se siente seguro y preparado para ello, y por tanto lo realiza de forma equilibrada y armónica. No depende del adulto para moverse, para cambiar de posición o para alcanzar sus juguetes. Hay una continuidad en todo lo que hace ya que sus iniciativas no son interrumpidas. El adulto está con el niño, lo observa y acompaña, establece con él un vínculo afectivo y está disponible para él, y si el niño en algún momento a lo largo de su exploración solicita al adulto, éste va a acudir; si se encuentra en una situación difícil de la que no puede salir por si mismo, el adulto va a ayudarle, colocándole en una postura que ya domine, en la que se sienta seguro y cómodo, y desde la que pueda partir de nuevo autónomamente en su exploración. Además, el niño va a ser cauto en sus desplazamientos, porque su propia experiencia le va a decir qué puede y qué no puede hacer. 

Emmi Pikler cuenta cómo los niños que pueden moverse libremente, experimentan el deseo y la necesidad de realizar una nueva postura, un nuevo movimiento, sin verse obligados o incitados a ello de forma prematura. Se confía plenamente en las propias capacidades del niño para llegar a desarrollar su motricidad sin que el adulto le “enseñe”. Cuando se fuerza al niño a mantener una postura o a realizar un movimiento para el que aún no está preparado, se encuentra incómodo, rígido y en desequilibrio. Estas condiciones afectan a su estado físico y psíquico. Se impiden además posturas y movimientos intermedios (voltearse, reptar, gatear, arrodillarse…) que son tan importantes como las posturas y movimientos básicos, y que suponen ejercicios preparatorios para llegar a éstos en condiciones óptimas (sentarse, mantenerse de pie, caminar).

Si los niños pueden experimentar el deseo de movimiento y consiguen las nuevas posturas y desplazamientos por su propia iniciativa, experimentarán también la satisfacción de sus propios logros y la confianza en sus capacidades, y tendrán un conocimiento de si mismos y del entorno más completo y más rico. Estas vivencias influirán muy positivamente no sólo en sus primeros años de vida sino en todo su desarrollo: dispondrán de más recursos para desenvolverse con independencia, iniciativa y creatividad porque se habrán sentado las bases para llevar a cabo un proyecto de vida basado en sus deseos e intereses, un proyecto de vida propio.






PSICOMOTRICIDAD VIVENCIADA

La psicomotricidad es una disciplina que a través del movimiento favorece el desarrollo integral de la persona: motor, social, afectivo e intelectual. 

La psicomotricidad vivenciada favorece el movimiento y el juego libre, en este caso de los niños, para que descubran y desarrollen sus capacidades de forma autónoma y se reconozcan en ellas, de manera que también les sean útiles para afrontar sus dificultades.

Es para los niños un medio privilegiado de conocimiento de si mismos, del entorno y de los demás, ya que genera aprendizajes que contribuyen a su desarrollo integral. Además, proporciona al psicomotricista, a los padres y a los educadores, información preventiva sobre el desarrollo del niño

En la sala de psicomotricidad los niños eligen qué quieren hacer, siempre respetando unas normas que se recuerdan entre todos al comienzo de cada sesión: a qué quieren jugar, con qué objetos, qué movimientos quieren realizar, cómo se quieren desplazar, qué uso quieren dar a los objetos… El psicomotricista no interviene si no es estrictamente necesario (para poner algún límite, asegurar el espacio o hacer evolucionar alguna situación). Acompaña y observa activamente el movimiento y el juego de los niños y establece con ellos un vínculo afectivo. A través de esta observación, basada en los organizadores y parámetros del desarrollo psicomotor, y de su formación teórica, práctica y personal, puede determinar cómo es el desarrollo del niño y favorecerle en su proceso. Se respeta ante todo el tiempo y el espacio que cada uno necesita.

Con esta no intervención se favorece la autonomía, la iniciativa, la creatividad, la toma de decisiones, la necesidad de normas y límites y  sobre todo, se favorece que surja el deseo, es decir, lo que el niño desea realmente hacer, lo que le interesa, le motiva y le mueve a actuar y a permanecer en lo que le gusta.

Por otra parte, en la sala de psicomotricidad los niños liberan muchas tensiones a través del juego sensorio-motor, en el que encuentran mucho placer y que es un juego fundamental para el desarrollo armónico del niño. Con el juego simbólico, recrean situaciones de su vida cotidiana que en ocasiones son conflictivas para ellos. Estos dos tipos de juego dan paso al juego cognitivo y al pensamiento abstracto.

Que los niños tengan la posibilidad de decidir y elegir siempre que sea posible, de llegar a alcanzar sus propios objetivos, les da mucha confianza y seguridad en si mismos y en sus capacidades, porque son partícipes de su propio aprendizaje.


OBJETIVOS

Favorecer:

  • el movimiento y el juego libre
  • el desarrollo de las capacidades del niño
  • el conocimiento de las posibilidades y limitaciones del propio cuerpo
  • los intereses propios de cada niño
  • la confianza y seguridad en si mismo
  • las relaciones interpersonales
  • la adquisición de la autonomía
  • la adquisición de normas y límites 


Almudena