viernes, 31 de agosto de 2012

MOVERSE EN LIBERTAD- EMMI PIKLER


Moverse en libertad. El desarrollo de la motricidad global
Editorial Narcea, Madrid 2000 

La autora del libro, Emmi Pikler (1902-1984) fue una pediatra que dirigió a partir de 1946 el Instituto Loczy de Budapest. En el libro habla de los cuidados otorgados a los niños que residían en esta casa-cuna de la calle Loczy, y cómo sus cuidadoras pretendían y de hecho consiguieron que estos niños, alejados de sus familias, crecieran sanos y felices. La base está en la actividad autónoma del niño y la creación de un vínculo de apego seguro con el adulto. 

El título del libro es ya muy revelador: es una defensa de la autonomía del niño, de la iniciativa personal, del placer y beneficios que el movimiento libre aporta al desarrollo motor y emocional de los niños, a sus relaciones sociales y a sus capacidades cognitivas.

El libro está basado en observaciones de niños del Instituto Loczy moviéndose con plena libertad en el curso de sus actividades cotidianas. La no intervención del adulto, salvo en momentos muy puntuales, contribuye a que el niño desarrolle su autonomía y su iniciativa, a la vez que adquiere confianza y seguridad en sus capacidades porque el progresar hacia nuevas posturas y movimientos depende de si mismo. El niño no adopta una nueva postura o realiza un nuevo movimiento hasta que no se siente seguro y preparado para ello, y por tanto lo realiza de forma equilibrada y armónica. No depende del adulto para moverse, para cambiar de posición o para alcanzar sus juguetes. Hay una continuidad en todo lo que hace ya que sus iniciativas no son interrumpidas. El adulto está con el niño, lo observa y acompaña, establece con él un vínculo afectivo y está disponible para él, y si el niño en algún momento a lo largo de su exploración solicita al adulto, éste va a acudir; si se encuentra en una situación difícil de la que no puede salir por si mismo, el adulto va a ayudarle, colocándole en una postura que ya domine, en la que se sienta seguro y cómodo, y desde la que pueda partir de nuevo autónomamente en su exploración. Además, el niño va a ser cauto en sus desplazamientos, porque su propia experiencia le va a decir qué puede y qué no puede hacer. 

Emmi Pikler cuenta cómo los niños que pueden moverse libremente, experimentan el deseo y la necesidad de realizar una nueva postura, un nuevo movimiento, sin verse obligados o incitados a ello de forma prematura. Se confía plenamente en las propias capacidades del niño para llegar a desarrollar su motricidad sin que el adulto le “enseñe”. Cuando se fuerza al niño a mantener una postura o a realizar un movimiento para el que aún no está preparado, se encuentra incómodo, rígido y en desequilibrio. Estas condiciones afectan a su estado físico y psíquico. Se impiden además posturas y movimientos intermedios (voltearse, reptar, gatear, arrodillarse…) que son tan importantes como las posturas y movimientos básicos, y que suponen ejercicios preparatorios para llegar a éstos en condiciones óptimas (sentarse, mantenerse de pie, caminar).

Si los niños pueden experimentar el deseo de movimiento y consiguen las nuevas posturas y desplazamientos por su propia iniciativa, experimentarán también la satisfacción de sus propios logros y la confianza en sus capacidades, y tendrán un conocimiento de si mismos y del entorno más completo y más rico. Estas vivencias influirán muy positivamente no sólo en sus primeros años de vida sino en todo su desarrollo: dispondrán de más recursos para desenvolverse con independencia, iniciativa y creatividad porque se habrán sentado las bases para llevar a cabo un proyecto de vida basado en sus deseos e intereses, un proyecto de vida propio.






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